La realidad se podría definir como “aquello que parece ser”. La realidad es fundamentalmente un acuerdo. Aquello que acordamos como real es real.
La realidad, la realidad del universo físico, es experimentada a través de varios conductos; vemos algo con nuestros ojos, oímos algo con nuestros oídos, olemos algo con nuestra nariz, tocamos algo con nuestras manos, y luego decidimos que hay algo. Pero de la única forma que conocemos este objeto es a través de nuestros sentidos y tales sentidos son conductos artificiales. No estamos en contacto directo con el universo físico. Sólo estamos en contacto con él a través de nuestros conductos sensitivos.
Esos conductos sensoriales pueden embotarse. Por ejemplo, un hombre pierde la vista, y en lo que a él respecta, no hay luz, no hay forma o color o percepción de profundidad del universo físico. Este todavía es una realidad para él, pero no es la misma realidad que la de las demás personas. En otras palabras, sin vista, es incapaz de concebir un universo físico completamente. Sin los sentidos, estas cosas no se pueden concebir. De este modo, el universo físico se ve mediante estos sentidos.
Dos hombres pueden observar una mesa y estar de acuerdo en que es una mesa. Está hecha de madera, es marrón. Están de acuerdo en eso. Por supuesto, se entiende que cuando uno de ellos dice: “Marrón” y el otro oye: “Marrón”, en realidad para el primer hombre, marrón puede ser púrpura, pero está de acuerdo en que es marrón porque toda su vida la gente ha señalado esa vibración de color mientras decía: “Marrón”. En realidad podría ser rojo para la segunda persona, pero esta lo reconoce como marrón. Por lo tanto, los dos están de acuerdo aunque estén viendo algo diferente. Pero se ponen de acuerdo en que eso es marrón, que es de madera, que es una mesa. Ahora bien, un tercer amigo entra por la puerta, mira la mesa y dice: “¡Oh! ¡Un elefante!”
Uno de los hombres dice: “Es una mesa, ¿lo ves? Los elefantes son...”.
“No, es un elefante”, replica el tercer hombre.
Por lo tanto, los otros dos hombres dicen que el tercero está loco. No está de acuerdo con ellos. ¿Intentan comunicar más con él? No. No está de acuerdo con ellos. Él no está de acuerdo con esa realidad. ¿Tienen afinidad por él? No. Afirman: “Este tipo está loco”. No lo aprecian, no quieren estar cerca de él.
Ahora, digamos que dos individuos están discutiendo y uno dice: “Esa mesa es de madera”, y el otro dice: “No, no es de madera, es de metal pintado para que parezca madera”. Comienzan a discutir sobre esto. Están tratando de lograr un punto de acuerdo pero no lo pueden alcanzar. Llega otro amigo, echa un vistazo a la mesa y dice: “De hecho, las patas están pintadas para que parezcan de madera, pero la parte superior es de madera, es de color marrón, y es una mesa”. Entonces los otros dos hombres llegan a un acuerdo. Sienten afinidad. De pronto, sienten amistad uno hacia el otro y también sienten amistad hacia el tercer hombre. Resolvió el problema. Los otros dos individuos han alcanzado un acuerdo y se comunican.
Para un individuo, la realidad sólo puede consistir de su interpretación de las percepciones sensoriales que recibe. La falta de fiabilidad comparativa de estos datos se muestra claramente en las diferencias de los informes que siempre existen cuando se describe, digamos, un accidente de automóvil. La gente que ha estudiado este fenómeno informa que hay un asombroso grado de diferencia en la descripción de la misma escena, dada por diferentes observadores. En otras palabras, la realidad de esa situación difería en detalles según cada observador. De hecho, hay un amplio campo de acuerdo, extremadamente amplio, el acuerdo común de la humanidad. Esto es la Tierra. Somos seres humanos. Los automóviles son automóviles. Son propulsados por la explosión de ciertos elementos químicos. El aire es el aire. El sol está en el cielo. Usualmente hay acuerdo en que ocurrió un accidente. Más allá de esta área básica de acuerdo hay diferentes interpretaciones de la realidad.
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