Tengo el alma angustiada y dolorida.
Me aterra revivir viejas historias,
recuerdos del ayer, malas memorias,
sofocos y quebrantos de mi vida.
Jugué con torpe afán. Y en la partida
más vueltas soporté que dan las norias;
jamás llegué a obtener nunca victorias
y tengo que admitir que está perdida.
Me equivoqué mil veces y otras muchas
perdí lo que aposté por desatino.
En medio me encontré de varias luchas
e, incauto, las perdí. Fue mi Destino.
Al cabo, no me cuadra el resultado:
Di más a los demás que a mí me han dado.
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