Acumular sentimientos negativos como rencor, odio o rabia afectan considerablemente la salud pues, entre otras cosas, debilitan al sistema inmunológico. En muchos casos el primer paso para acabar con esas dañinas emociones es contemplar el perdón, así sea a quien nos haya causado el disgusto o frustración o a nosotros mismos, ¿cómo hacerlo?
"Vencer y perdonar, es vencer dos veces": Pedro Calderón de la Barca
Seguramente usted ha experimentado dolores de cabeza, espalda o estómago después de sufrir un gran enojo producto de una acción inesperada por parte de otra persona, así sea la pareja que olvidó el aniversario de bodas, el amigo que faltó a su lealtad, su hijo le mintió o bien, usted mismo por haber roto la dieta para bajar de peso.
Efectivamente, el estrés producido por los rencores acumulados ha sido motivo de estudio por investigadores médicos, quienes han resuelto que son la causa de disparar o agravar dolores como los señalados con anterioridad u otro tipo de problemas, como úlceras (rompimiento de la barrera cutánea, que usualmente se extiende a través de la dermis), arrugas y debilitamiento del sistema inmunológico (que nos defiende de infecciones), lo cual nos hace más susceptibles a resfriados y gripes.
Otros estudios asocian la tendencia a permanecer resentido y la incapacidad de perdonar con aumento del riesgo a morir de enfermedad cardiaca o de cáncer, tal como lo señala el doctor Carl Simonton, investigador estadounidense. A su vez, el psicólogo Robert Enright, de la Universidad de Wisconsin Madison (Estados Unidos), indica que "cuando estamos consumidos por el rencor puede aumentar la presión sanguínea y el ritmo cardíaco, los cuales disminuyen en los estados de paz, por ejemplo, cuando perdonamos."
Los científicos que hemos citado refieren igualmente que las personas que aceptan que en la vida hay malos entendidos y choques con los demás cuyos efectos se pueden neutralizar, son propensos a una vida más saludable. Visto de esta manera, queda claro que uno de los mejores motivos para perdonar es liberarnos de nocivas emociones, como ansiedad y estrés, causados por el rencor. Para hacer esto es preciso hacer algunos cambios en el tipo de pensamiento.
Vida en pareja
A lo largo de una vida compartida son inevitables situaciones tensas, distantes, pequeños o grandes enfrentamientos, diferentes criterios de actuación o modos de ser que hayan podido lastimar al otro. Para una vida familiar sana es necesario esforzarse, cueste lo que cueste, por que todas esos sucesos formen parte de la historia.
El punto de partida para arreglar una situación matrimonial difícil es tener la firme intención de digerir el pasado, aceptarlo y mirar hacia el futuro, apelando a la madurez, la cual es el resorte que nos impulsa a sobreponernos a los avatares difíciles e imprevistos.
No es fácil pensar en "borrón y cuenta nueva", pues ello involucra olvidar; no hay perdón verdadero si no se acompaña del deseo y del esfuerzo por borrar de la memoria. Se puede decir que se ha perdonado, pero si la imaginación revolotea sobre sucesos pasados dolorosos para lamentarse, o para alimentar rencor, la contingencia volverá con más fuerza a la primera discusión. De esa forma se irá forjando un carácter amargo, rencoroso, pesimista, alimentado sólo de recuerdos que dejaron huellas negativas, olvidando las cosas buenas.
El camino para el daño a uno mismo estará trazado, pues a lo anterior sucederá un comportamiento hipersensible, rayando en lo neurótico, obsesivamente crítico con los defectos del otro, repetitivo hasta el extremo de señalar malos tratos o mal comportamiento en el pasado.
Contra ello se debe luchar, con la intención de aprender a vivir el presente. La psicóloga Rosa Argentina Rivas Lacayo enfatiza que "no se puede funcionar en un mundo hecho en el pasado, pues genera complejos, tensión y es, en definitiva, una enfermedad."
La especialista acota que "debemos ser capaces de descubrir lo bueno de mi esposo o esposa. No al resentimiento ni a los recuerdos amargos. Es mal camino convertirse en una persona rencorosa. Hay que pensar en el futuro, y siempre con ilusión."
Perdón bien entendido
En realidad, perdonar no significa aceptar cualquier cosa que el otro haya hecho, como el maltrato, la violencia o la deshonestidad. No es humillarse, reprimir el enojo, hacer como si no pasara nada o perdonar porque sentimos lástima. El sentido común indica que tampoco es conveniente hacernos amigos de quien nos ha hecho daño y descuidar nuestra propia seguridad.
Para la psicoterapeuta estadounidense Robin Casarjian una clave para el trabajo con el perdón es ser amable con uno mismo. "Es importantísimo tomar nota de nuestros pensamientos y reacciones sin juzgarlos. Si aparecen temor, autocrítica o dudas, sea amable con usted. Estos sentimientos son parte natural del proceso de curación. En realidad, ser amable con uno mismo es un gran acto de perdón. Lo crea o no, en todo momento usted hizo lo que podía hacer dado el grado de amor o temor que sentía."
Al sufrir un delito, un problema sentimental o alguna frustración en la que uno se siente impotente, es común que se instale el resentimiento o el sentimiento de culpa. En estas instancias muchas veces se necesita perdonarse a sí mismo, porque uno tiende a culparse por lo que se podía haber hecho y no se hizo.
Tal vez, el acto de perdonar no se trate en realidad sólo de un hecho altruista orientado hacia los demás, sino que beneficia física y emocionalmente al que perdona, porque elimina los sentimientos negativos que pueden perjudicarlo.
¿Cómo hacerlo?
Por otra parte, perdonar requiere práctica, hay que tomar la decisión, tener el deseo, asumir el compromiso, repetirlo muchas veces para dominarlo e incorporarlo como natural. Si le cuesta trabajo perdonar, póngalo en práctica con alguien que no sea tan allegado a usted, en situaciones menos comprometidas que en el entorno familiar.
Los más beneficiados con el perdón somos nosotros. El resentimiento, o volver a sentir como en el pasado, es algo que nos afecta a nosotros mismos más que a los demás.
La Dra. Rivas Lacayo, autora del libro Saber perdonar, enfatiza que "el perdón es un proceso espiritual que nos lleva a la liberación de nuestra ira, coraje, odio, resentimiento y nos lleva a una vida de paz. El no perdonar nos puede provocar enfermedades biológicas, psicológicas y sociales, incluso espirituales, puesto que los enemigos para la salud son miedo, rencor, odio y sentimiento de inferioridad.
"Perdonar no es un regalo que le damos a otros, sino un presente que nos damos a nosotros mismos, y para poder llevarlo a cabo debemos empezar con nosotros mismos, que de no hacerlo siempre viviremos atados al pasado, y no podremos vivir el presente ni edificar el futuro. Somos personas dignas de amor, respeto y aceptación, debemos entender que tenemos el poder de la comprensión, perdón y reconciliación".
Finalmente, si usted está enojado por algo que ocurrió en el pasado, pregúntese para qué le sirve el enojo hoy en día. Cuando descubra que está enojado con algo o alguien piense ¿a quién o qué necesito perdonar?, llévelo a cabo y ello le hará sentirse más aliviado.
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